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5.5.11

Mujeres

Podría escribir esto desde varios puntos de vista, con variedad en el tono y las palabras utilizadas, con la intención de hacerme el angelito y defensor acérrimo de ellas o por el contrario mostrando una parte más masculina (según los cánones que nos han transmitido y hemos aprendido), pero no voy a condicionar las palabras que salgan de mi cabeza, no voy a cambiar ninguna frase por muy fea que parezca, voy a dejar (como hago siempre) que los pensamientos que me llegan y me invaden salgan tal cual vienen. De antemano, pido perdón por si alguién se siente ofendida.

Aprovechando la oportunidad de la carrera de la mujer (en lucha contra el cáncer de mama, en Madrid) y el pequeño debate que se estableció con mis compañeras del Altérnate (Silvia, Beli y Bea) llevo unos días dándole vueltas a este tema
"Las mujeres" concretamente las mujeres que influyen, han influido y posiblemente influirán en mi persona, en mi vida y en mi entorno.

Me encuentro en un punto de vida que me hace recapacitar, pensar, analizar y (a veces) comprender el porqué y las consecuencias de mis interrelaciones en general y con las mujeres en particular, en este caso.


La
amatxo esa persona que me ha hecho comprender la palabra fuerza. Si miro los cuentos, las leyendas y demás historietas: la madre es la persona tierna, comprensiva, cautivadora, encubridora y dulce. La mía, tiene todo eso, pero entre todas las cosas que haya podido aprender, prevalece entre todo la fuerza; fuerza de voluntad para llegar siempre donde quiera; fuerza de personalidad, pocas veces ha caído, apenas tambalea y cuando lo hace como un resalte se vuelve a levantar, no ha habido lucha que la haya tumbado y ningún árbitro llegó nunca a la cuenta de diez, apenas llegaron al tres. Todo eso, ella solika y a la vez capaz de aguantar los golpes que cualquiera de los 4 hemos sufrido alguna vez, ahí estaba, ahí está! para colocar la mano y levantarnos. Podría escribir varios blogs sobre ella pero será en otro momento.

Nire arreba (mi hermana), esa pequeña muñeca diabólica que de txiki ya era la persona que mejor me aconsejaba, que no tenía la mente adulta y por lo tanto, la persona que tenía la visión más objetiva, real y creíble. Pero se hizó mayor, en ese momento perdí una confidente y gane una amiga, una ratita capaz de aparecer ante cualquier llamada. S
e lleva toda mi confianza y mi apoyo. Es leal ante todo, me ayuda a ver que los humanos tienen su versión positiva y me enseña en todo momento lo que es la confianza y la lealtad. Sin salirme de las mujeres de mi de mi familia, Lucía llega a mi camino con más fuerza que el mayor de los huracanes jamás imaginado. Con la soltura, el desparpajo y la sencillez de una niña pequeña, es capaz de darme lo mejor y lo peor que te puede ofrecer una humana. Me regala su sonrisa, me abraza sin prejuicios y se enfada sin pensar en las consecuencias, esas cosas que la inocencia y la falta de dobles sentidos puede crear. Ella me recuerda que todo es más sencillo de lo que pensamos, que somos los adultos los que nos complicamos la vida con el qué pensarán, qué dirán de mí.

Por mi vida aparecen más mujeres, algunas por más y otras por menos tiempo, pero teniendo claro que la cantidad e tiempo no es proporcional a la calidad, puedo decir de esas mujeres que estuvieron compartiendo un camino y en su momento desaparecieron, todas me aportaron algo;
decisión: por razones obvias (hay que tomar decisiones en la vida); serenidad: porque todas aprendemos a respirar y a encajar los momentos de vida; sobriedad: por ser capaz de aguantar mentiras a la cara y de esa manera enseñarme que en esta vida deseo personas sinceras; pasaron cuernos; viví emociones; llegué a perder el control... pero lo principal fué después, ese tiempo posterior me ayudó a conocerme, a saber lo que hago aquí, qué quiero y qué busco (o mejor dicho lo que, claramente, no busco), a luchar por ello. A las que se fueron y desaparecieron como si David Copperfield se las hubiese llevado, Gracias por iros! y dejar de compartir vida, por dejarme evolucionar y crecer. A las que de una manera u otra, con sus proyectos personales de crecimiento han sabido mantener un camino cercano y todavía me ayudan a seguir creciendo, Gracias (y estas son sinceras) por saber hacerlo.

Otras mujeres que me enseñaron y me siguen enseñando (y confio en que sigan haciéndolo en el futuro), son esas compañeras de batalla ya sea en el curro (mi equipo tricantino, Eva, Rastis, equipos de campas, hermanas Juncal, Chily, Taty, Llaniscas, y demás mujeres), la uni, la asociación o la simple vida. Algunas me enseñaron lo importante de
Respetar a las demás personas, con esos pequeños detalles que muchas veces se nos pasan y que por el lugar donde vivimos y nos críamos seguimos transmitiendo erronéamente, por saber rectificarme y recordarme ese respeto y esa tolerancia. Puedo recordar claramente la enseñanza de Myriam en la uni, no sé si ella lo recuerda igual, pero tengo claro que me ofreció paciencia y tranquilidad. como supo "aguantarme" y llevarme hasta el final de curso sin saltar y haciendo que no se me levantase la cresta en clase (vaya dos últimas semana de carrera más tensas, lo recuerdas?), gracias por saber controlarme cuando yo no era capaz de hacerlo.

Nire iratxoak, k me encontraron en medio del camino, alicaído y con poca ene
rgía, supieron llenarme de koloreak eta irribarreak. Me mostraron la persona que soy, mi valía y mi sonrisa, han conseguido sacar los momentos más bonitos que llevaba dentro, me colocaron otra vez en la senda del autocuidado, no me dejaron caer y siguen pendientes de cada paso que doy. De vosotras también podría llenar más blogs, pero tampoko es este el lugar, sabéis de sobra que tenéis en vuestras manos nire bihotza, cuidádmelo!.

Como todo humano me he cruzado con mogollón de personas (en este texto me refiero a las mujeres) que sólo con el hecho de haber compartido risas, borracheras,
noches de placer o simplemente charletas interesantes, todas ellas me hicieron sentir bien, ¿Porqué lo sé? pues simple, si estuvimos juntos en ese momento fué porque me agradaba y no deseaba estar en otro sitio, ya que si no hubiese sido así, no habría estado allí. De todos estos momentos me llevo... VIDA.
Acabaré con palabras de Anaime (con su permiso): "Lo importante no son los años vividos sino lo vivido en los años"